A la hora de seleccionar el tipo de fachada para tu edificio, es fundamental considerar diversos factores que influyen en su rendimiento y apariencia estética. Existen diferentes opciones disponibles, cada una con sus propias características y beneficios. A continuación, te presentamos una descripción de algunos tipos de fachada comunes y sus principales atributos:
Este sistema crea una cámara de aire entre la fachada y el revestimiento exterior, lo que mejora el aislamiento térmico y acústico. Permite la circulación de aire y ayuda a regular la temperatura y humedad del edificio.
Consiste en la aplicación de un aislamiento térmico en el exterior del edificio, cubierto con un revestimiento decorativo. Proporciona un excelente aislamiento térmico y mejora la eficiencia energética del edificio.
Consiste en una estructura de soporte vertical con paneles prefabricados que cubren toda la fachada. Proporciona una excelente transparencia y permite una gran entrada de luz natural. Es altamente resistente al clima y ofrece un buen aislamiento térmico y acústico.
Utiliza paneles prefabricados, generalmente de chapa sandwich, aluminio, composite, cemento-madera…, que se ensamblan en el lugar de construcción. Es una opción rápida de instalar y ofrece una gran resistencia estructural y durabilidad. Proporciona un buen aislamiento térmico y acústico.
Este tipo de fachada se fabrica en una planta y luego se instala en el sitio de construcción. Puede estar compuesta por diversos materiales, como paneles de hormigón, acero o madera. Ofrece una rápida instalación y una alta precisión en los acabados.
Se refiere a los sistemas de fachada construidos in situ, utilizando materiales tradicionales como ladrillo, piedra o estuco. Ofrece una apariencia clásica y se adapta bien a edificios históricos o de estilo tradicional. Requiere un mantenimiento regular y puede tener un aislamiento térmico y acústico limitado.
Es importante tener en cuenta que cada tipo de fachada tiene ventajas y desventajas, y su elección dependerá de factores como el presupuesto, las necesidades estéticas, el entorno climático y la funcionalidad requerida.
Recuerda que una fachada bien seleccionada no solo mejora la apariencia del edificio, sino que también influye en su rendimiento energético, confort interior y durabilidad a largo plazo.